Woody Allen afirma que "el amor es la respuesta. Pero mientras esperas esa respuesta, el sexo levanta preguntas muy interesantes".
Lo que todos sabemos hacer, cada quien a su modo, se volvió un problema que ahora toca consultar en libros que van desde el sexo tántrico hasta el feng shui.Se 'pegotiaron' el sexo natural por querer que todos seamos iguales, compremos lo mismo y vayamos a los mismos sitios. ¡Libertad para el sexo!, que es lo único que nos hace diferentes.
El sexo ha perdido su encanto natural. Ahora abundan libros, artículos de revistas, manuales y hasta masajes para enseñarnos supuestamente a hacer del sexo... ¡Sexo!El sexo es tan sencillo que lo queremos complicar con recetas y cuestionarios, encuestas y posiciones, para hacer de lo físico lo más espiritual y puro. ¡Cómo comemos carreta! A no ser que se trate de una práctica para la procreación, en donde nos urge una sexualidad con conciencia y... con instrucciones elevadas, ahora toca dejar la pasión, la animalidad, para prender inciensos y masajearse las rodillas conjuntamente con la pareja en bola... No, señores y señoras, la vaina no es así. Quien no vio El último tango en París, el filme de Bertolucci, jamás entenderá la escena en que Marlon Brando le pide a María Schneider, dos personas que se reúnen en un apartamento vacío a hacer el amor sin siquiera conocer sus nombres, que saque la mantequilla de la nevera para emplearla como lubricante para facilitar el sexo anal. Eso es sexo. Puro, carnal, lleno de endorfinas que estallan cual voladores de doce totes.Para mí, esa pinche cosa tántrica, cuando se busca un disfrute simple y antitensionante, los ambientes propicios y la música perfecta están de más, cuando lo que está por pasar es un revolcón salvaje, una follada de seis grados en la escala de Richter.Ponerse a mirar si el Bolero de Ravel arrecha es como esperar que los brevos den ciruelas. Esperar que la champaña fría con las fresas ponga a la mujer en clímax es una formalidad sacada de una película de James Bond. Que si a la mano está todo eso, pues hágale, pero si para tener sexo toca seguir un catálogo de normas y menús, es perder tiempo. A esos cientos de libros y manuales, no todos serios, de la era de acuario, yoga, feng shui, etc., hay que sumar las pesadas religiones y su aversión al sexo como disfrute y pasatiempo: "'Nanai', hermanos, el pipí y la cuquita son para reproducir mas pipís y más cuquitas... ¡No lo cojan como jueguito!" San Jerónimo estableció que quien amaba a su esposa era un pecador.El sexo dentro del matrimonio cristiano, desde la espantosa Edad Media (la preferida del actual Papa) debía practicarse en una sola posición y nunca durante la penitencia en miércoles, viernes y días feriados.Sólo Martín Lutero, por allá en 1532, dijo que probablemente Cristo habría cometido adulterio con María Magdalena y otras mujeres para tener experiencia en la naturaleza humana.
Lutero reivindicó al ser humano.A todo lo anterior hay que sumar aquello que hace del sexo un producto más y no una sensación humana de disfrute, la industria erótica. Ha crecido en los últimos 20 años. Pipís de látex igualitos a los reales, vaginas con labios succionadores, vibradores de cinco cambios, condones con sabor a piña, aceites calientes de fresa y rosarios de bolas chinas pueden servir para jugar un ratico pero no para que la cosa se quede en eso. Cuando uno se enfrenta al sexo, lo mejor es jugarlo con lo que se tiene a mano, y ahí entra a ser clave la imaginación. O entonces, de dónde salieron Casanova o el Marqués de Sade. Dos tipejos gozones que sabían que el sexo está en la cabeza (la de arriba) y lo demás se lo dejaban a lo puramente anatómico. Las volvían loquitas sin tanto juguete.Y para las mujeres que creen que el amor es lo primero en esta fase, están muy equivocadas. Sin duda el sexo determina si el amor estira como caucho y hace que las parejas vean el mundo color rosa, así sea negro como el que vivimos.De todas maneras, así se haya perdido la naturalidad del sexo en estos tiempos modernos, no quiero decir que toca tirar como conejos y donde sea. Un consejo básico es comer bien antes del sexo, porque la comida, como los olores, tienen que ver con el sexo; de allí que haya labios rojos como sandías, nalgas de melón, senos firmes como naranjas y cuellos que huelen a jazmín. Novalis, el célebre escritor alemán, desarrolló una teoría según la cual el deseo sexual oculta en su fondo una apetencia antropófaga subconsciente, por la que el vocabulario erótico está lleno de imágenes hambrientas de carne humana... y es por eso que cuando un hombre está caliente puede ver en una cereza un pezón que espera ser devorado, y una mujer, en un banano... pues lo que ya sabemos.De ahí que hablemos de comernos a alguien. ¡Huy!, pero de verdad, disculpen, los tiempos modernos nos llevan a cambiar esas cochinadas. "Hay que desear desde el alma para que el cuerpo se libere". ¡Bah!, pura literatura chimba. No malgaste su plata en libros de autores de dudosa experinecia clínica o sicológica, que le dicen cómo hacer lo que usted, a su gusto y gana, sabe hacer. Nadie tira mejor que nadie y todos tienen su forma de matar pulgas. El sexo no se teoriza, se acuesta... digo, se aplica.Por esa grave maña de estos tiempos de racionalizar el sexo, de volverlo un texto de librería, no me extrañan los problemas que tenemos, que seamos separados, irascibles, violentos, malhumorados, antisociales, genocidas... Si el sexo se convirtió en un problema que toca leer y consultar, digo yo, ¿qué es más obsceno, el sexo o la guerra que vivimos y la corrupción política de este país? Ahí les dejo la inquietud.
En vez de comprar basura de autores poco serios, primero documéntese bien y si no lo convencen, léase o vea una de estas publicaciones, más calientes en cuanto a erotismo.La llama doble, de Octavio Paz. Un ensayo hermoso sobre amor y erotismo y la conexión que lo permite, el sexo.Cualquier libro de ilustraciones de Manara, el mejor dibujante erótico francés.Historia de O, de Pauline Reage. Aunque fue llevada al cine, esta novela de 1954 revela muchos secretos de los sadomasoquistas en un castillo dedicado al placer y el dolor.Delta de Venus, de Anaïs Nin. Los relatos eróticos aquí escritos los redactaron Anaïs Nin y Henry Miller durante una crisis económica, para un coleccionista millonario.De la colección Erótika de Intermedio Editores, Relatos y Poemas (selección y prólogo de Mauricio Contreras y Julio Orozco).
