martes, 12 de diciembre de 2006

Cartas de Noviembre [2]


Viernes 24 6:30 p.m.

El arrepentimiento es un sentimiento tardío.
Película: No sabe/No contesta (Argentina, 2002)


Al no tenerlo conmigo el tiempo detuvo su marcha y el momento de encontrarnos nuevamente se hizo eterno.

Regresamos el uno al otro. No le reconocí. No me reconoció. Aparentemente nuestra historia juntos estaba vacía. Quisimos retornar a nuestros recuerdos. Ya no tenían el mismo sentido de antes. Se estaban diluyendo…

Atrás quedaron nuestras ilusiones y sin darnos cuenta nos aferramos a una soledad compartida. Habíamos cambiado. No lo quisimos así, simplemente sucedió. Hasta siempre…y nos dejamos ir sabiendo que si volviéramos a encontrarnos estaríamos más alejados. No dolió…en ese instante.

El tiempo continuó su andar y el no-buscado dolor llegó. Me tomó por sorpresa, indefensa. Lloré. Me derrumbé.

Aquel “bajo emocional” me permitió una cínica sonrisa. Me miré al espejo. Recordé aquellos días en que le confesaba mi miedo a perderlo. Me miré de nuevo…ni siquiera lo había encontrado por completo.

Me senté en el mismo sofá a escuchar la misma canción. Fumé mis cigarrillos preferidos; tomé una botella de cualquier vino y me dejé llevar. Tenía una percepción limitada de mi propia realidad. Lo que ocurrió después es bastante fácil de intuir. Me dolía cada minuto perdido de mi vida, cada cosa nunca hecha, cada persona jamás conocida, cada palabra no dicha, cada faceta no desarrollada de mi personalidad. El amor se había convertido en una trampa. Quise odiarle. No pude hacerlo. No podré.

Tanta conmoción interior me debilitó. Dormí. Entre sueños escuché una risa muy fuerte. Franca, tranquilizadora, contagiosa. Era ella.

“¿Te acuerdas de mí? He vuelto. ¿Por qué me dejaste sola?”, me reclamó. “¡A mí me gusta estar contigo!”.

“Sofía”, le dije. “Ha pasado mucho tiempo. Perdona, no quise alejarme. Me ganó la rutina y dejé pasar preciosos momentos a solas. Te extrañé. Quédate. Volvamos a ser cómplices”.


Domingo 26 10:38 p.m.

G. Sofía. Somos un solo individuo. Somos una mujer-niña que busca un balance entre aquello que quiere y aquello que debe hacer. Dos caracteres que se complementan en una misma persona.

G-Sofía algunas veces despierta más temprano que de costumbre para vivir el día más pronto. Otras veces se inspira en sentimientos de amor y locura, pero le gana la fe en un futuro incierto. En consecuencia, anhela, se proyecta, intenta planear. Siente que ha recorrido un largo camino y aún así cree tener mucho más por hacer, por conocer, por disfrutar, por compartir. El tiempo pareciera no ser suficiente.

G-Sofía se estremece de emociones diversas al escribir. Escribir la seduce y la hipnotiza. Sabe que no es alguien para olvidar y la idea de habitar en la memoria de quienes quiere la hace feliz. Es una mujer-niña a la antigua. Prefiere escribir sus cartas de manera tradicional. Aquellas cartas que cobran vida porque además de poderse leer, se pueden oler y saborear.

A G-Sofía le gusta conocer todo tipo de personas. Sin embargo, sus amigos-verdaderos, los del alma, los puede contar con su mano izquierda. Disfruta de los encuentros con otros llamados-amigos, pero tiene una debilidad por los momentos y los espacios más íntimos en los que puede re-descubrirse, re-descubrir al otro.

No cree en las actitudes solicitadas ni en las sugeridas. Ella cree en la espontaneidad. Trata de observar las reacciones instintivas de aquellos que le rodean para darse una idea de quiénes son en realidad. Ve su capacidad de reír como una fórmula para alegrar corazones. Le gusta escuchar y que la escuchen. A veces es impaciente y si algo no la satisface puede olvidarse de todo y darle paso a la indiferencia. Le gusta tener el control en muchas situaciones pero se esfuerza por auto-controlarse. Ya alguna vez le llamaron posesiva y al aceptar que a veces puede actuar así, se sintió afligida y quizá humillada también.

Dejando de lado las falsas modestias, toma como acertada la percepción que algunas personas tienen de ella: valiente y arriesgada; entregada, pero no sumisa o resignada; G-Sofía agrega que no le gusta esconderse bajo un manto de simulada moral; conoce sus armas y las explota para aprovechar la única vida que tiene y vivirla toda…

Aunque tiene un temperamento fuerte y es en exceso independiente, bajo su piel lleva una gran sensibilidad. Se cuida de no mostrarla a cualquier persona que se cruce en su camino. Algún astuto tejedor de quimeras podría confundirla con una persona ingenua y hacerle daño.

G-Sofía tiene fantasías; sueña. Sólo ha amado intensamente y con absoluta pasión una vez en toda su vida, y si bien al final no resultó como ella anhelaba, valió la pena darse esa oportunidad. Le rompieron el corazón en pedacitos, pero reconoce que ella hizo lo mismo con el corazón de la persona que amaba. No se dio cuenta a tiempo. Sufrió, pero se ha ido levantando poco a poco. Quiere, se le antoja volver a intentarlo y enamorarse de nuevo.

G-Sofía cree fielmente que la vida no se trata de buscar la felicidad en otros, si no de encontrarla en uno mismo, por eso no se desanima si debe renunciar a algunas cosas para obtener otras que necesita, aunque en principio otros le digan que no puede tener todo lo deseado.

G-Sofía es así y de otras maneras más. Por el momento prefiere no continuar revelando-se. Mejor que la conozcan.


Lunes 27 7:53 a.m.

Hoy disfrutaremos de un día con mucho sol. Ya lo estoy sintiendo. Hoy pocas cosas me preocupan. Me siento relajada. Me provoca seguir exponiendo el alma.

En mi búsqueda personal me he topado con un alguien que me resulta profundamente interesante y particularmente inteligente. Lo percibo a la distancia como un visionario idealista; un alma progresiva que disfruta su tiempo pensando en cómo hacer mejor lo que se propone. Igual, somos unos completos desconocidos, pero este total extraño me inquieta. No me apresuro.

No sé qué pueda suceder entre nosotros. Desconoce mis metas e ilusiones. Desconozco las suyas. No sabe cómo camino, cómo suena mi voz cuando estoy enfadada o cómo son mis ojos cuando las lágrimas se asoman en ellos. Debo confesar que me gustaría disfrutar de aquellas cosas que algunas pocas-veces nos hemos insinuado entre líneas. No puedo afirmarlo con entera certeza, pero es posible que convenientemente hayamos iniciado el camino para llegar a ser buenos amigos íntimos.

Sonrío cada vez que nos leemos. Sonrío cada vez que nos encontramos en un mundo de palabras acertadas, de imágenes idílicas. Palabras e imágenes que son nuestro sentir pero que al final, aunque no queramos, pertenecen a una realidad incompleta.

Me dejo envolver por esta presencia-ausente, creyéndome partícipe de algo verdadero. ¿Será posible enamorarse a través de palabras? A veces siento que todo es un espejismo, pero cuando retorno, su nombre permanece allí, llamando suavemente mi atención. Aunque no comprenda lo que sucede y lo que pueda venir, reconozco que me sorprendo a mí misma sonriendo de nuevo por un sentimiento virtual pero al fin y al cabo tan humano.








1 comentario:

Mencha dijo...

Me encantaron tus cartas. Son muy francas y muy reales, por favor sigue compartiendolas.